Anxiety
Había hombres que cazaban el viento, armados de walkie talkies, encocados, histéricos, gente a la que le faltaba el gran propósito que es la falta de propósito.
Me puedo hacer una idea de lo que debe ser la vida corriente de losgrandes empresarios y de los trabajadores autónomos con familia, especialmente de aquellos que trabajan en temporada, me viene a vuelapluma el gazpacho Alvalle, ese gazpacho empaquetado tan rico que, en los últimos tres o cuatro años, ha tenido tanto éxito, pero que ahora, como vale mucho más que todas las imitaciones, que tampoco están mal, ya no se vende. Me imagino a un hombre o a varios temiendo la llegada del día de su ruina, día seguro en el que habrían de ser vencidos por los que lo hacen más barato, y durante todo ese tiempo, esos caballeros han debido vivir en la obligación del mayor abastecimiento posible y de la mayor producción posible, por aprovechar el momento de su éxito. Naturalmente que a Alvalle le siguiron rapidito los de Don Simón, pero la verdad es que Don Simón no dio en el clavo, queriendo dar gato por liebre, después salió el del Esroski, pero también se equivocaron, y aún al doble de precio el pueblo prefería Alvalle, que se nota que lleva verdura de verdad y además pelada. Pero finalmente llegó el Día % con su gazpacho elaborado con aceite de oliva extravirgen y que te sale a 1 euro el litro, y entre el Alvalle a 3 con algo y el del Día la verdad es que no hay una diferencia tal que merezca dos euros con algo más de gasto, especialmente en estos tiempos que corren.
De modo que es evidente que Alvalle ha caído, y que el final de su agobio ha llegado. Espero que esas buenas gentes hayan logrado hacer suficiente dinero como para una buena jubilación, y que sus trabajadores, que debieron también de ser personas honradas, puedan encontrar trabajos de buena paga.
Imagino a esos responsables de todos esos trabajadores en los días calurosos del verano, sin aire acondicionado, caminando por carreteras de una sola dirección, queriendo alcanzar el horizonte. Un horizonte de retama y enebro, una ambición de un sudor como una resina que no se despega.
Haciendo cuentas que siempre van bien pero que no acabarán de ir bien del todo, cuentas que no nos van a salvar de nada, pues en cada suma parece que se desploma todo lo sumado como años que caen de golpe en nuestros frágiles cuerpecitos de bebes engrandecidos.