Friday, May 21, 2010

Sueño antes de dormir

Están Pedro de Alvarado y cien más en el palacio de Moctezuma. Las instrucciones son guardar la calma hasta que vuelvan los de Cortés. Moctezuma es su rehén. Deben ser espectadores de lo que sucede. Los hombres dan vueltas por la plaza, sonriendo a los fruteros, aprendiendo el nombre de los esmerados orfebres y labradores del jade, silbando tonadas, crujiendose los huesos del cuello.
Han aprendido a tenderse hacia los mexicanos. Han trabado amistad con algunos de ellos. El vendedor de cacao Zorrino ha congraciado con el grupo de los portugueses, les ofrece deliciosos brebajes, les ofrece tabaco. Entre el bullicio y el ruido de las aves y el caos de los hombres, el grupo de Alvarado se siente a gusto, con la temperatura adecuada.
Alvarado es llamado Tonatiuh, que significa sol, pues de él emana una energía poderosa. Pedro de Alvarado y los demás, vistos en la televisión,vistos en internet, leídos en libros (representados), eran de mediana estatura, no destacaban especialmente en la multitud. Sin embargo de habernos sido presentados nos hubiéramos sobrecojido. Les llaman Sol y Hombres Señalados. Su estatura es tremenda. Caminan alzados en su gran valor. Son gente que no puede guardar la calma.
Una mañana soleada se ve a los nobles sacerdotes dispuestos a realizar sus ceremonias tradicionales. Son una casta de seres bien alimentados, visten ropajes de plumas del paraíso. Son muchos. Sus ojos miran al cielo,a lo alto de los templos, al templo de Huichilobos. Ahí se congrega la multitud, los mútiples espectadores. Ahí llegan los cautivos, pintarrajeados, desnudos, muertos de hambre. Alvarado sale a ver.
Los demás también salen a ver. Atónitos contemplan a una jauría humana deseosa de crueldad, movidos por sus amos a reír por dentro el mal ajeno, el mal de sus hermanos víctimas. Los sacerdotes callan y mueven brazos y algunos ya suben los escalones. Los guerreros de cabeza de águila y de jaguar rien en su borrachera caníbal. El pueblo, una marioneta en manos de la fortuna, ríe las gracias de cabeza de jabalí y de cabeza de perro moteado, ríen de de miedo. Los de Alvarado no necesitan decirse nada. En ese momento los portugueses descubren entre las víctimas a algunos de sus amigos, a algunos de aquellos con los que realizaron el intercambio cultural, a algunos de los que les ayudaron a tener la sensación de que habían olvidado parar en la frontera y a tener la sensación de que la humanidad era una. Ahí está el pequeño Zorrino, embadurnado, vencido. Ya le dan mamporrazos, ya le ríen en la cara. Ya comienzan a sacarles a otros el corazón y las tripas, esos sacerdotes, esos hombres de huipiles de colores de serpiente.
Los portugueses aprietan los labios con fuerza. Los italianos mantenían alta la cabeza y toman aire. A los catalanes y mallorquines y castellanos no les hace ninguna gracia lo que ven, piensan en cuál será el momento de mayor gloria. Alvarado y sus hombres no necesitan de consejo justo ahora. Están concentrados en la gloria.
Se miran entre ellos los cristianos. Piensan en sus familias, no en la fama, piensan en la gran vida que Dios les ha dado. Se dicen: "nuestra cruz es nuestra espada".
Van a matar a Zorrino, ya van a clavarle para beber su sangre, el gentío ríe. Alvarado y otros se le acercan al sacerdote borracho de sangre. Le paran la mano. Le dicen: No. Cientos de miles de personas callan cuando Alvarado, en el medio de todo, le para la mano al gran sacerdote emplumado y le dice: "NO".
Allí mismo cientos de miles aprenden la primera palabra de un idioma nuevo: La palabra NO.
Comienza el espectáculo.

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