Saturday, July 18, 2009

La guerra civil española

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Estos días he estado leyendo un libro con fotos sobre la guerra civil española, 

ese auténtico viaje al subconsciente de nuestra querida sociedad.

Lo que salta a la vista, por las fotos, es que se lo estaban pasando bastante bien.

En esa época, en esos años, la verdad es que la gente podía hacer lo que quería. 

Unos, matarse a tiros, otros, hacer comunas, otros violar mujeres.

Llama la atención el tema de las mujeres. 

Unos son los que tienen a las nenas siempre a mano, y los otros viven a dos velas. 

Asimismo unos hacen como que cuentan con ellas y las ponen en fotos

 armadas y derribando aviones, mientras que los otros tienen a sus mujeres en casa.

La guerra civil fue básicamente la guerra entre dos maneras de la seducción.

Así, las tropas franquistas pretendían seducir al estilo clásico, 

con la caballerosidad y la gallardía y el matrimonio fiel,

 siempre vestidos de soldados, de héroes.

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Mientras que los otros se lo montaban yendo de modernos y desprejuiciados, 

intentando crear la sensación general de que la vida es una gran orgía al que todos 

(y todas) están invitados.

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Indudablemente los segundos ligaban más y los primeros les tenían 

por lo menos envidia, 

pero los primeros, los franquistas, 

argüían no sin razón que sus mujeres tenían menos riesgo de sífilis y gonorrea 

y que eran más casaderas y buenas mujeres, ante lo cual 

los republicanos siempre podían presentar 

a las jóvenes nacionalistas catalanas y vascas...


 

Se arguye en contra del franquismo la poca facha que tenía 

el Generalísimo para tan grande puesto. 

Parece como que muchos de los del bando contrario se hubiesen hecho 

más partidarios 

si en lugar de Franco hubiese sido Errol Flynn.

 Pero los líderes del otro bando eran gente del estilo, 

españoles bajitos, calvos y con gafas, 

mientras que Errol Flyn moría joven e incapaz de gobernar su propio yate.

 

La guerra civil, en definitiva,

 nos unificó una vez más y nos separó de Europa 

y del resto del mundo comenzando por Portugal. 

Quizás causada por la lástima de no participar en la primera guerra 

y por presentir que no haríamos un gran papel en la Segunda, 

fue nuestra movida y aquello en lo que todos estábamos de acuerdo, 

como el aceite de oliva.

 

Hoy en día, cuando a pesar de lo que dicen los periódicos 

ya no hay fines ni motivos realmente deseados con fuerza, 

aún nos podría quedar esa llama eterna de la guerra civil 

que pareciera alumbrar nuestro destino patrio,

 pero lo dicho, que ya no hay huevos.

 

Ahora, como los demás, a estudiar inglés, a ver si nos aprueban. 

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